De mi galopar y su ritmo cansado,
sé que a trote se puede llegar,
que el destino es el mismo,
es el mar.
Y despacio,
ahora el viento ya es brisa,
y el sofoco sonrisa,
queda pues aprender a trotar,
en el camino de vuelta,
que me lleve a tu puerta,
desde el mismo destino,
el mismísimo mar.
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